Publicado en el "Heraldo de Aragón" el 11-12-2009 por Ángel Gorri
TRANVÍAS Y UTOPÍAS
El municipalismo de la Transición tuvo entre sus protagonistas un movimiento vecinal que lo mismo se levantaba contra carencias esenciales que contra aquellas contribuciones especiales que, vistas con la perspectiva del tiempo, permitieron hacer ciudad. Hablamos de años en los que las Expo o las capitalidades eran impensables, pues el objetivo se fundía muchas veces en el horizonte de la necesidad. Aquel fenómeno asociativo resultó ser un auténtico catalizador, un verdadero contrapoder. Pero fue agonizando, hasta perecer conforme el Estado del bienestar ganaba terreno. De todo aquello queda hoy más nostalgia que vestigio, y tal vez sea esta la razón que nos mueve a algunos a saludar intentonas como la de esa plataforma ciudadana contra el tranvía que ha tenido el arrojo de convocar una manifestación el próximo domingo en Zaragoza. A mediodía - hora del vermú y de no complicarse la vida-, sin medios, sin vínculos ni apoyos partidistas. Hasta sin garantías de éxito frente a una decisión política tan irreversible como democrática y legítima. Asumiendo, incluso, el riesgo de descrédito por quienes sólo se mueven con el instinto de conservación en el poder. Pero con la fuerza de la utopía que está sociedad civil necesita para salir de su estado de enervación ante casi todo y casi todos.
TRANVÍAS Y UTOPÍAS
El municipalismo de la Transición tuvo entre sus protagonistas un movimiento vecinal que lo mismo se levantaba contra carencias esenciales que contra aquellas contribuciones especiales que, vistas con la perspectiva del tiempo, permitieron hacer ciudad. Hablamos de años en los que las Expo o las capitalidades eran impensables, pues el objetivo se fundía muchas veces en el horizonte de la necesidad. Aquel fenómeno asociativo resultó ser un auténtico catalizador, un verdadero contrapoder. Pero fue agonizando, hasta perecer conforme el Estado del bienestar ganaba terreno. De todo aquello queda hoy más nostalgia que vestigio, y tal vez sea esta la razón que nos mueve a algunos a saludar intentonas como la de esa plataforma ciudadana contra el tranvía que ha tenido el arrojo de convocar una manifestación el próximo domingo en Zaragoza. A mediodía - hora del vermú y de no complicarse la vida-, sin medios, sin vínculos ni apoyos partidistas. Hasta sin garantías de éxito frente a una decisión política tan irreversible como democrática y legítima. Asumiendo, incluso, el riesgo de descrédito por quienes sólo se mueven con el instinto de conservación en el poder. Pero con la fuerza de la utopía que está sociedad civil necesita para salir de su estado de enervación ante casi todo y casi todos.
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