El tranvía en Gran Vía
El tranvía es el medio de transporte público urbano más rápido, seguro, cómodo y ecológico. En el año 1976 la modernidad simbolizada en el uso del coche privado lo echó de la calle. Hoy, en nombre de la sostenibilidad y con un coste de más de cinco mil millones de pesetas el kilómetro vuelve para convivir con coches privados, autobuses públicos, bicicletas y peatones, (andar es el medio de movilidad más ecológico, saludable y socializador para trayectos urbanos de 20-25 minutos de duración).
Sus cualidades no le dan suficiente mérito para deducir que está en el lugar adecuado y en el momento oportuno.
Emite cero emisiones de CO2 y lo agradece la atmósfera, espacio de todos, pero retrasa o hipoteca, la inversión de cambio a biocombustible de 336 autobuses urbanos que se sumarían a los 38 existentes. También pudiera ser que antes de finalizar las obras, hubiera ya autobuses eléctricos, más flexibles y adaptables.
Va a cambiar casi todos los trazados de las líneas actuales de autobuses obligando a trasbordos en las plataformas de intercambio aún por crear. Reorganiza, también, el espacio que atraviesa. En la primera fase, hasta Isabel la Católica, hay mejoras sustanciales. En el tramo Fernando el Católico-Gran Vía, la remodelación del bulevar y el nuevo uso de las paradas del tranvía, va a revitalizarlo pero habrá que equiparlo para que no se convierta en un andén de estación.
A pesar de mantenerse un carril para coches, el cambio más importante va a ser la reducción de ruidos. Se ve pero no se oye. Tocará una campana.
En la segunda fase, el tramo hasta César Augusto hipoteca las peatonalizaciones periódicas o definitivas del paseo de la Independencia, lugar de celebraciones colectivas, encuentros, citas. El espacio para la sociabilidad y la relación más importante de la ciudad, "se lo carga" si no se modifica el proyecto. Zanjada la polémica del Huerva, salvemos el paséo.
*Sociólogo
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